viernes, 18 de noviembre de 2011

Pan, no tan bueno para la salud.




¡Ah! Tan rico el pan. Una vez que empiezas a comerlo, no puedes parar. Su alto contenido de carbohidratos, su sabor y su textura hacen que sea muy difícil detener su consumo. ¿Te ha pasado que, después de comer pan, sientes bienestar y placer? Bueno, el pan provoca un cambio químico en nuestro cerebro, que hace a nuestro cuerpo pedir más y más. Muchas personas son adictas al pan y presentan los siguientes síntomas:

  • Antojos de comer pan, principalmente pasteles y galletas, todo con azúcar.
  • Compulsión por el pan, prefiriéndolo sobre otros alimentos.
  • Aún estando llenos, no pueden dejar de comer pan, no pueden parar.
  • Comen pan al poco tiempo después de haber comido exceso de pan.

Lamentablemente, el consumo de pan es uno de los hábitos responsables de que el mundo entero tenga sobrepeso. Muchos de nosotros nos preguntamos por qué el pan, siendo un alimento natural, incluído en la pirámide alimenticia, causa tal adicción. Sí, la adiccion al pan surge porque cuando lo comemos, nuestro cuerpo libera insulina, comúmente conocida como la hormona del hambre. Por eso comemos más.

Al pasar el tiempo, se llega a desarrollar resistencia a la insulina, esto quiere decir que el cuerpo ha dejado de usarla correctamente, provocando que la glucosa se quede atrapada en el torrente sanguíneo, lo que deriva en diabetes, que es ahora una epidemia a nivel mundial. Siempre se siente hambre, la insulina no funciona, la glucosa se dispara y cada vez se corre más riesgo en un círculo que no parece acabar. No ocurre lo mismo con el pan integral.

El pan blanco, al igual que los pasteles y galletas, se convierte en azúcar, haciendo que el nivel presente en la sangre se dispare. Después de la digestión rápida que tiene el pan, ese nivel de azúcar se desploma, haciendo que se antoje más pan.

Detener esta adicción es difícil, pero no imposible. Después de una semana, se reduce el antojo por el pan. En caso de comerlo, es mejor comer pan multigrano y someterse a una dieta que permita de vez en cuando, un gusto para no sentirse privado.

Si tan sólo empiezas por reducir tu ingesta diaria de pan, notarás resultados. El pan, "bueno por excelencia", puede no serlo cuando se trata de exceso y de salud. Enhorabuena si has identificado que eres adicto y has decidido detener este hábito.



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